sábado, enero 10, 2009

Adaptaciones

A algunos les parecerá burrido y sin sentido, pero tal vez haya alguien a quien le interese. El texto me lo mandó un amigo que quiero mucho y me pareció que compartirlo sería una buena idea. Aclaro que en el mail no venía el nombre del autor, así que si alguno sabe no estaría de más que lo dijera.


Siempre se oye decir que una película no tiene lo mismo que el libro en el que se basa. Que se queda corta o le faltan cosas. Probablemente en la mayoría de las ocasiones lo que resalta en una adaptación es la ausencia de pasajes o eventos específicos, cosa explicable tomando en cuenta que una novela puede alcanzar una extensión considerable, pero la carencia de algunos detalles sólo se vuelve notable cuando la adaptación cinematográfica no logra transmitir el sentido de la obra literaria. El cine contemporáneo en su gran mayoría ha recurrido a una narrativa semejante a la de la ficción literaria (novela o cuento) cuyo hilo argumental sea claro. Evidentemente hay obras literarias que son desafíos a la adaptación (como The Naked Luch/Almuerzo Desnudo, de William Burroughs) que emplean estilos narrativos complejos o incluso antinarrativos.

Cuando el cine comenzó a desarrollar su lenguaje particular, la influencia de la literatura llegó a sentirse muy pronto: mientras el montaje definía la construcción visual y la estructura de la percepción del contenido, el relato dramático seguía el estilo desarrollado por la gran novela del siglo XIX. Tanto así que, curiosamente, se ha comentado que las obras de Dickens son muy “cinematográficas” en cuanto a sus recursos descriptivos o narrativos, cuando evidentemente fue el cine el que se volvió “dickensiano”, copiando quizá de manera involuntaria, natural y paralela, el formato narrativo de los tres actos. Las obras literarias, desde Shakespeare hasta la Biblia, fueron rápidamente usadas como base para las películas desde los inicios del periodo mudo, y aunque comparten estas características narrativas, son medios diferentes que exigen el salto de la “traducción” o adaptación.

Trasladar un texto a imagen no es, como hemos comentado, simplemente la representación de los eventos que aparecen en la obra, sino la construcción visual que permita que los eventos representados se encadenen dramáticamente. El salto de la traducción requiere diferentes aproximaciones, puesto que aunque un texto literario posea la estructura narrativa “tradicional”, la forma como ésta puede ser descrita varía considerablemente. Un texto puede ser lineal en el argumento y poseer elementos narrativos muy complejos de representar visualmente, como el monólogo interior o los saltos temporales. Las mejores adaptaciones literarias tienen menos que ver con la fidelidad textual (el respeto absoluto al relato) y lidian más con el sentido de la obra. Una adaptación literalmente fiel puede llevar a una película poco lograda, excesivamente recargada (como The Age of Innocence/La Edad de la Inocencia, de Scorcese, basada en la novela de Edith Wharton). Es conocido que muchos directores han partido generalmente de fuentes literarias, como Alfred Hitchcock y Stanley Kubrick.

Una adaptación más cercana al espíritu de un texto puede llevar a transformar estilísticamente la obra literaria para utilizar otros recursos en su translación a la pantalla. En algunos casos la adaptación cinematográfica opta por eliminar o reducir los diversos puntos de vista del texto para dejar a un solo narrador como eje central argumental (por ejemplo The Silence of the Lambs/El Silencio de los Inocentes, del escritor Thomas Harris, donde el guionista Ted Tally se enfocó en la relación Lechter-Clarice); en otros casos se suprimen o condensan eventos o personajes para darle fluidez a la narración o dotarla de una eficacia dramática (The English Patient/El Paciente Inglés, de Michael Ondaatje). A veces la estructura temporal de la obra literaria es modificada, haciendo que una historia cronológicamente lineal se vuelva un flashback o viceversa (como la adaptación de Dalton Trumbo de Spartacus/Espartaco, de la novela de Howard Fast), o que sea fragmentaria con continuos saltos de tiempo.

Algunos casos notables son también las transformaciones que se hacen de la obra literaria para volverla la inspiración de un filme que se aleja del sentido original del texto, por ejemplo The Shining/El Resplandor, dirigido por Kubrick (basado en la novela de Stephen King), donde la progresiva locura de Jack Torrance desplaza importantemente a los elementos extrasensoriales que se presentan en la novela. En Apocalypse Now/Apocalipsis, Francis Ford Coppola parte de la trama de Heart of Darkness/Corazón de las Tinieblas de Joshep Conrad para llevarla a la guerra de Vietnam.

Las piezas teatrales son, naturalmente, fuente de adaptaciones fílmicas, como Amadeus, de Peter Shaffer (dirigida por Milos Forman), que utilizó para la película al personaje de un sacerdote para escuchar en confesión los eventos recordados por Antonio Salieri que se cuentan en la obra.

En otros casos es imposible reproducir en pantalla las características narrativas de una obra, y la película es una re-elaboración que intenta imprimir el sentido de la obra, como en The Remains of the Day/Lo que resta del día, del escritor Kazuo Ishiguro, donde la narración en retrospectiva del mayordomo Stevens de la novela (con sus muchas apreciaciones subjetivas y equívocos) es abandonada en la película para realizar una descripción lineal y objetiva, omnisciente. En otros casos el lenguaje literario característico de la obra se pierde para dar paso a diálogos menos elaborados (en las adaptaciones fílmicas británicas, conocidas como Heritage pictures donde en muchas ocasiones se transcriben íntegramente diálogos de las novelas, nos encontramos con The Wings of the Dove/Las Alas de la Paloma, de Henry James, donde prácticamente ninguna frase del libro se halla en la película). En The Name of the Rose/El Nombre de la Rosa, del director Jean-Jacques Annaud, la compleja trama y el lenguaje de la novela de Umberto Eco tienen necesariamente que simplificarse.

Blade Runner, de Ridley Scott (basada en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?) es un ejemplo de una adaptación fílmica que, aunque desviándose de muchos elementos del original, mantiene el sentido de la obra equilibrando las diferentes aportaciones de los productores, guionistas y del director.

Es curioso mencionar además que muchas adaptaciones cinematográficas son también piezas históricas (películas de “época”). Actualmente se agregan además las adaptaciones de novelas gráficas u otros cómics como Sin City, 300 o The Spirit, extensos universos fantásticos (El Señor de los Anillos) y éxitos juveniles como Harry Potter, Las Crónicas de Narnia, o la saga vampírica de Stephanie Meyer (Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse).

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