Bajo del carro tirado por caballos fantasma y me dirijo a la casa que está a unos pasos de este.
Entro a un cuarto con paredes tapizadas de libros y un color rojo carmín.
Llueve.
Me acerco a una ventana y las gotas revolotean sobre el cristal.
El calor de mi cuello, pecho y brazos lo empañan,
entonces escribo tu nombre,
entonces recuerdo y bailamos,
entonces recuerdo y me besas,
entonces recuerdo y a mi frente se vislumbran destellos de luces que indican que el camino es correcto.
Cierro los ojos y estás.
Abro los ojos y me abrazas
-antes y después de ti-
La solemne, lenta y cálida salida del sol nos ilumina abrazados y con ganas de seguir.
(es criminal la ausencia con la que navego)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario